Capicúa |
Siguen cayendo los kilómetros y, salvo pequeños achaques propios de la edad, la Scenic se sigue comportando como una campeona. A estas alturas ya no me molesta el chasquido que hace la puerta del conductor, a partir de un ángulo de apertura, que parece fue una avería típica de las primeras unidades y que algunos repararon en garantía. Tampoco me molesta que el asiento baje de su posición y que cada dos días lo tenga que reajustar. Algo parecido le pasa al parasol que, cuando lo bajo hasta pegar contra la luna, se mueve hasta alcanzar una posición mas vertical o al cuero del pomo de la palanca de cambios que se ha pelado. Me fastidia un poco mas el pasajero invisible que llevo en los asientos traseros, que siempre lleva el cinturón de seguridad puesto y que de vez en cuando se lo quita con el consiguiente susto. Y me fastidia algo mas que la centralita que controla los sensores de presión de las ruedas se haya estropeado tras poco mas de siete años y que su reparación suba de los 500 €.
Cuando le presionas en autopista, pide aceite |
Estas navidades hicimos un viaje de norte a sur por autovías y autopistas del país yendo a velocidades un poco elevadas; 128 km/h de marcador. En total fueron dos viajes de casi 1000km prácticamente ininterrumpidos; parada al de cuatro horas para una comida frugal y luego otra mini-parada para el café, dos horas después. En esas condiciones el motor ya empieza a pedir aceite por el sobreesfuerzo y tengo que rellenar el deposito antes de que pase el periodo entre mantenimientos. Reconozco que soy poco cuidadoso con este tema y que el medio litro que le añado suele provenir de algún bote sobrante que tengo aun del anterior coche. En el Passat me ponían varios botes de aceite de 2 litros y el ultimo siempre me lo devolvían con la mitad sin usar y los fui coleccionando. Ahora es una forma de reciclar pero no tengo claro que esto no afecte a la vida del motor pues la mayoría de estos botes llevan mas de diez años abiertos.
Subido en el potro de torturas |
En esta revisión tocaba cambiar aceite y todos los demás filtros que os podáis imaginar; esto es: habitáculo, de aceite, gasoil y de aire. También les comenté lo del fallo de los sensores de presión aunque con las prisas que tenia para recoger el coche dudé que pudieran hacer algo mas que un diagnostico parcial. Y así fue, estuvieron mirando en los bajos del coche por si el sistema de medición se componía de una centralita mas otro elemento receptor que es el que se podia haber estropeado. Pero no encontraron nada, y digo yo; en vez de buscar debajo del coche, para que están las fichas de cableado que gentilmente Renault les facilita? De todas formas, aproveché la coyuntura para hacer una inspección visual de los bajos, ya que pocas veces tienes la oportunidad. La verdad es que están casi perfectos, sin muestras de corrosión. Y eso teniendo en cuenta el agua, barro y sal que reciben durante el invierno.
Bajos impolutos |
El caso es que cuatro horas después, el vehículo quedaba listo para recorrer los próximos 30.000 km y llegar peligrosamente a la barrera de los 400.000km; cosa que sucederá dentro de 7 u 8 meses. La factura, como siempre en los mantenimientos fuertes, pasó de los 300 €; en concreto 311.41 €.
Estoy contento con el mantenimiento de Renault. Hace unos días plasmé en una tabla Excell los costes de mantenimiento de este coche enfrentados con el otro de la casa: un Opel Meriva 1.7, también diesel. El Opel acaba de hacer 250.000 km sin una sola avería y eso que su conductor habitual lo maltrata, acelera fuerte según arranca, va en general muy revolucionado y no le presta mucha atención. Además es un coche que, salvo el primer año, ha pasado todas sus revisiones en talleres ajenos a la marca, que en principio son mas económicos. Eso si, no se ha escatimado en mantenimiento, siempre el que marca el libro de Opel. En estos costes están incluidos también los neumáticos. Pues bien, en esos primeros 250.000 km con la Meriva hemos desembolsado 6500 €; exactamente 700 € mas que lo pagado por los mantenimientos del Renault.
Otra curiosidad. Al hacer la tabla comparativa entre ambos vehículos detecté que, en la Meriva, no había hecho el cambio de correa de distribución y bomba de agua que le tocaba allá por los 200.000 km (en el libro de mantenimiento marca la sustitución cada 100.000 km) y que por lo tanto había estirado el cambio un 50% mas de kilómetros. Lo cambié después de 150.000 km pero las piezas sustituidas, a excepción de la bomba de agua, aun estaban en excelente estado. Así que no os preocupéis si os pasáis un 10% cuando cambiáis la correa de distribución; no es tan crítico.
Estado de la correa de distribución tras 150.000 km |
La bomba tenía defectos en la junta |
Antes de que en julio me someta a la cuarta revisión de la ITV, de la que espero salir indemne, supongo que habrá que sustituir neumáticos traseros que para entonces tendrán unos 75.000 km.
Hasta entonces, conducid con prudencia y disfrutad de la carretera que allí nos encontramos todos.
Un saludo.